“Os voy a contar mi historia: de cómo un día me ingresaron y dejé el colegio; del abandono, de la soledad, del desconocimiento, la rabia, la pena; de las transformaciones, hasta de las caras de mis padres; de las caras nuevas que han ido apareciendo en mi vida, de otras formas diferentes de hablar, de artilugios desconocidos totalmente para mí, que hasta aquel momento sólo conocía los juguetes; del dolor, de la desorientación, etc.”(Mijares, 1993: 121).
La hospitalización, en el caso de un niño, niña o adolescente, puede llegar a ser realmente traumática debido a múltiples factores, ya sean personales, familiares, relacionados con el equipo de salud o con la institución que brinda la atención. Hechos como la separación familiar, la ausencia de la madre o el padre al momento de los tratamientos, el abordaje continuo de personas desconocidas, la poca información brindada acerca de lo que les está sucediendo, restricciones para valerse por si mismos, estancias largas que se convierten en aburrimiento, intervenciones dolorosas, etc., son sólo algunos de los que se pueden nombrar como desencadenantes de trastorno emocionales que marcan la vida del individuo. Tenemos entonces que, la hospitalización se convierte para el niño, niña o adolescente en una especie de aislamiento de todo aquello que le es familiar y preciado: padres, hermanos, amigos, juegos, actividades recreativas y los espacios en donde se desenvuelven, como su casa, su comunidad y la escuela.
Con el fin de minimizar la ansiedad que se produce en los niños, producto de las situaciones antes descritas, se han creado programas que intentan normalizar, dentro de lo posible, la vida del niño durante su estancia en el hospital, de modo que no se mantenga ajeno a muchas de las actividades que solía hacer en su día a día antes de estar hospitalizado. Es así como surge la necesidad de brindar atención educativa a los niños, niñas y adolescentes que se encuentran en los hospitales, pues esto debe ser preocupación fundamental de todos los actores que intervienen en el ámbito hospitalario, ésta se convierte en una tarea compartida de padres, docentes, médicos, enfermeras, entre otros, cuyo fin debe ser la incorporación del alumno/paciente a las actividades escolares, las cuáles estimularan su recuperación e incentivaran el autoestima perdida como consecuencia del trauma emocional producido por la enfermedad.
Mientras el niño esté hospitalizado, y una vez que su estado físico lo permita, será conveniente iniciar el trabajo escolar en un aula hospitalaria. Estas aulas tienen como objetivo continuar, en la medida de lo posible, el proceso educativo de cada alumno hospitalizado, favorecer su desarrollo global, rehabilitar las posibles deficiencias cognitivas, distraer, animar, relajar al niño a través de actividades lúdico recreativas y favorecer los procesos de socialización con otros niños hospitalizados.
Siendo así, en las Aulas de Fundación Telefónica, se busca dar continuidad al proceso educativo de los alumnos/pacientes, a través de una propuesta innovadora, que integra el uso de la tecnología como herramienta principal para el desarrollo de las habilidades y potencialidades de los educandos que se incorporan a las distintas áreas de los hospitales del país.
En el Aula Fundación Telefónica del Hospital J. M. de los Ríos se ofrece atención pedagógica a niños, niñas y adolescentes en situación de hospitalización, complementando la educación formal, sumándole un elemento significativo e innovador que es el uso de las TIC, con lo que se incentiva a los pacientes-educandos a: crear, descubrir, investigar, jugar, aprender, entre otras múltiples actividades previamente planificadas; que buscan reforzar las distintas áreas del desarrollo.
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